Agosto en España, empiezo a notar que me ha tocado un país muy caluroso y además cuento con la temperatura corporal de Papá por lo que esto no hay quien lo aguante, ¡sacarme de aquí!.
Parece ser que mis padres estaban pensando lo mismo que yo y decidieron poner rumbo a Polonia, un país fresquito y a sólo 3 horas y media de avión desde Madrid. Esta vez como volábamos con una compañía de bajo coste había que reducir el equipaje, nada de mi bolso de viaje y aunque podíamos llevar mi cuna o carrito, cuanto más ligeros de equipaje mejor para todos, menos cosas pierden mis padres por el camino…
Post-it Mamá: los hoteles en Polonia son baratos y tenéis la opción de pedir cuna para los bebés por lo que un trasto menos a transportar aunque tengáis una cuna de bolsita como la nuestra, luego siempre hay que inflar el colchón.
Aterrizamos en Varsovia, la ciudad más grande de Polonia y su capital gracias a un señor que estaba por todos lados, el rey Segismundo III Vasa. Pero si queríamos llegar al centro de la ciudad necesitábamos unas monedas con un nombre muy raro, zlotys, así que Papá cambio unos euros para poder coger el bus directo al centro de la ciudad.
Post-it Papá: las casas de cambio del aeropuerto resultaron tener mejor cambio que las de la ciudad, incluso las alejadas de las zonas turísticas.
Para poder llegar andando a casi todos los sitios de interés, Mamá había reservado hotel en la Ciudad Vieja, pero justo enfrente de la barbacana para poder llegar en taxi en caso de necesitarlo porque el centro histórico está cerrado al tráfico. Estuvimos 4 días en la ciudad y pudimos pasear con calma, sin madrugar e incluyendo siestas de Papá y Mamá, hicimos un par de tours y cada día me llevaban por alguna zona diferente, eso sí me quedé sin probar los pierogi que tan ricos decían que estaban.
Post-it Papá: acordar siempre el precio del taxi u obligarles a encender el taxímetro para no tener problemas.
Ahhh, ya se me olvidaba, en Varsovia tuvimos un pequeño misterio a resolver, ¿dónde vendían pañales?, farmacias no, supermercados no….tras mucho buscar y poco hacer pis por lo que pudiese pasar… finalmente los encontramos en la droguería Rossmann, estaban fuera de toda zona turística.
Continuamos nuestro viaje por Polonia hacia el sur en tren, para visitar la ciudad de Cracovia, y en apenas 2 horas y media estábamos en nuestro nuevo hotel, a 5 minutos de la entrada por la barbacana a la ciudad vieja de Cracovia. Estuvimos 4 días en esta ciudad de cuentecillo infantil pero me hubiese quedado una semana completa, era muy divertida. Lo que yo no esperaba era la sorpresa que mis papis me tenían preparada para uno de los días….¡bajamos al centro de la tierra!
No os podéis perder las Minas de Sal más antiguas del mundo, las Minas de Wieliczka con una profundidad de 327 metros, están a 15 kilómetros de Cracovia y cualquier tour os lleva cómodamente. La única precaución, no perderos en el interior y no marearos al bajar las interminables escaleras. El resto de cositas que pudimos ver allí…¡sorpresa!
Próximo destino……………República Checa.
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